DIRECTORIO FRANCISCANO

Historia franciscana

HISTORIA FRANCISCANA

por Lázaro Iriarte, OFMCap

I. LA ORDEN DE LOS HERMANOS MENORES HASTA 1517

Capítulo XIV
INFLUJO FRANCISCANO EN LAS LETRAS Y EN EL ARTE

Cimabue: San FranciscoHistoriadores de nota atribuyen al franciscanismo el mérito principal en los orígenes del renacimiento italiano y la trayectoria del arte gótico europeo. Renan llama a san Francisco "el padre del arte italiano"1. El espíritu franciscano, al encarnar toda la gama de las nuevas aspiraciones sociales y religiosas, al introducir sobre todo una nueva visión de la vida, una nueva revaloración del hombre y de la naturaleza, contribuyó grandemente a crear nuevos modos de expresión y nuevas rutas hacia el bello ideal2. Sin renegar del idealismo medieval ni de la inspiración cristiana, el arte avanza, bajo el influjo franciscano, hacia el subjetivismo, sin dejar de creer, y hacia el naturalismo, sin dejar de adorar. La piedad franciscana sugiere, además, el sujeto, temas nuevos y emocionados, de gran incidencia en el sentimiento popular. La literatura se hace fruitivamente descriptiva, ya en las fuentes biográficas primitivas; en la pintura cristiana aparece por primera vez el retrato, como efecto del interés suscitado por la persona de san Francisco, aun en sus rasgos físicos (Cimabue, Simone Martini); se deja de lado el convencionalismo hierático de los iconos bizantinos, el santo es representado como personaje histórico y real; también la arquitectura recibe un nuevo simbolismo dentro de la dinámica general del templo gótico.

Donde más directamente aparece el influjo franciscano es en el renacimiento literario. Francisco, poeta eximio en el Cántico del hermano sol y en todas las manifestaciones de su vida, dejó en herencia a sus hijos, como "juglares de Dios", el amor a la naturaleza, la capacidad de interpretar en los corazones y en las cosas el lenguaje del amor y del dolor, y el secreto de convertir la lengua vulgar en vehículo de belleza. Un soplo de poesía recorre los relatos del primer siglo, desde Celano hasta las Florecillas, y reaparecerá en la literatura de la observancia con la Franceschina de Giacomo Oddi de Perusa († 1488).

En el siglo XIII son dignos de mención como compositores de secuencias y glosas en latín Tomás de Celano, que compuso varias en honor de san Francisco y el Dies irae, hoy nuevamente atribuido a él por la crítica; Julián de Spira († c. 1250), autor del oficio rítmico de san Francisco y de san Antonio, y de multitud de himnos y secuencias; Juan de Pecham († 1292), autor del Stabat Mater Dolorosa y del bellísimo poema espiritual Philomena, muy popular en los siglos siguientes, así como de otros himnos litúrgicos como el Ave, vivens Hostia. Esta producción era una exigencia del nuevo calor comunitario que los franciscanos imprimieron a las celebraciones litúrgicas, aun en la exornación del canto gregoriano.

Entre los poetas en lengua vulgar ninguno aventaja en pasión e inspiración a Jacopone de Todi († 1306); imitador suyo fue Hugo Panziera de Prato († c. 1330), poeta místico en lengua toscana. Entre los precursores de Dante Alighieri merece figurar Giacomino de Verona († p. 1260), autor de dos poemas rimados sobre el infierno y el paraíso. No es necesario hacer notar el parentesco espiritual y cultural del mismo Dante con el mundo franciscano y su entusiasmo por el santo que fue "tutto serafico in ardore". Un franciscano, Acursio Bonfantini († c. 1338), fue el primer comentador de la Divina Commedia, y otro, Juan de Serravalle († 1445), la traduciría al latín. Petrarca se sentía tan ligado a la familia franciscana, que se consideraba "como un miembro de la orden"3.

Fuera de Italia cultivaron el verso en lengua vulgar el inglés Tomás de Hales († p. 1240), el alemán Lamprecht de Ratisbona († p. 1250), los flamencos Juan Brugman († 1473) y Teodorico Coelde († 1515); los franceses Enrique de Avranches († p. 1260) y Juan Tisserand († 1497), autor además de la prosa latina O filii et filiae; los españoles Iñigo de Mendoza († c. 1502) y Ambrosio de Montesino († 1514), romanceros a lo divino en el reinado de los Reyes Católicos.

El estilo ojival es la expresión arquitectónica de los siglos XIII al XV. No es de invención franciscana. El impulso venía de la reforma cisterciense; pero hay una impronta franciscana muy palpable en muchos elementos, sobre todo en el gótico italiano.

Con la construcción y ornamentación de la gran basílica de Asís se inicia una verdadera revolución artística. La nueva concepción arquitectónica es de fray Elías, constructor asimismo de la iglesia de san Francisco de Cortona. Pero la obra que viene considerada como la más genuina expresión del espíritu franciscano es Santa Croce de Florencia.

Los criterios de pobreza condicionaban la arquitectura y eran como una garantía de la pureza de elementos del nuevo estilo. El capítulo de Narbona (1260) dio estas ordenaciones, que pasaron a la legislación:

"La curiosidad y la superfluidad se oponen directamente a la pobreza; ordenamos, pues, que se evite cuidadosamente, en las construcciones, toda curiosidad en pinturas, artesonados, ventanales, columnas y cosas semejantes, y toda superfluidad en la largura, anchura y altura, teniendo en cuenta las condiciones de cada lugar. Las iglesias en manera alguna sean abovedadas, a excepción de la capilla mayor (ábside), sin licencia del ministro general. El campanario de la iglesia no se haga, en adelante, en forma de torre. Tampoco se hagan, en adelante, vidrieras historiadas o pinturas, a excepción de la vidriera principal del ábside detrás del altar mayor, en la que pueden ponerse solamente las imágenes de Cristo crucificado, de la bienaventurada Virgen, de san Juan, de san Francisco y de san Antonio"4.

En toda Europa se pueden admirar las amplias construcciones minoríticas, iglesias de naves esbeltas y sobrias, en que predomina la línea recta, claustros en que se combinan la gracia y la austeridad, conventos edificados con materiales ordinarios, sin pretensiones de abadía, pero con preocupación estética en el conjunto y en los detalles5.

No faltaron religiosos arquitectos, como el célebre humanista Giocondo de Verona († 1515), conventual, que dejó obras notables en París, Nápoles, Verona, Venecia y Roma; fue llamado por julio II a dirigir la construcción de la basílica de San Pedro al lado de Rafael.

Pero la verdadera revolución artística iniciada en la basílica de Asís hay que hallarla en la pintura. Es el ramo en que la inspiración franciscana realiza con mayor perfección el abrazo entre la religión y la naturaleza. Giunta Pisano y Cimabue en el siglo XIII, Giotto, Simone Martini y Lorenzetti en el siglo XIV, trazaron en los muros lisos de la basílica superior e inferior la primera gran manifestación de un arte figurativo ingenuo y veraz, de personajes que viven y sienten, y que hacen vivir y sentir al contemplador. Giotto, el gran innovador, es el incansable narrador de la vida y de los ideales de san Francisco, no menos que de las más sugestivas escenas del evangelio6.

Con todo, los hermanos menores manejaron poco el pincel. Podemos citar los nombres del miniaturista Juan de Valkenburg († p. 1299), de Mino Torriti († p. 1295), autor del gran mosaico del ábside de la basílica de Letrán (es dudosa su filiación minorítica), y de los pintores Antonio de Monza y Enrique de Duderstadt en el siglo XV.


NOTAS:

1. François d'Assise, en Nouvelles études religieuses, Paris 1884, 337.

2. Siguen siendo obras clásicas en la materia E. Gebhart, Les origines de la Renaissance en Italie, Paris 1879, y H. Thode, Franz von Assisi und die Anfänge der Kunst der Renaissance in Italien. 2.ª ed. Berlin 1904.

3. En una carta al papa Urbano V, 1 enero 1369, AFH 10 (1917) 243s.

4. AFH 34 (1941) 48, 52.

5. R. Bossaglia, Per un profilo del gotico piemontese. Le chiese degli ordini mendicanti nel sec. XIII e XIV, en Palladio, n. s. 4 (1954) 27-43.- G. De Angelis D'Ossat, L'architettura sacra del Medioevo in Umbria, en L'Umbria, Bologna 1954, 249-271.- H. Konow, Die Baukunst der Bettelorden am Oberrhein. Berlin 1954.- R. Wagner-Riegen, Zur Typologie italienischer Bettelordenskirchen, en Röm. Hist. Mitteilungen 2 (1957/58) 266-298.- A. R. Martin, Franciscan Architecture in England. Manchester 1937.

6. A. Goffin, L'art primitif italien, la peinture. Paris-Bruges 1930.

Capítulo anterior   Capítulo siguiente


Volver