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EL VALLE DE RIETI |
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Después de Asís y del Monte Alverna, no hay en Italia otro lugar tan lleno de recuerdos de san Francisco confirmados por las fuentes primitivas como el Valle de Rieti. Además de los recuerdos ligados directamente a la ciudad de Rieti, hay cuatro santuarios que rodean el valle: Fonte Colombo, La Floresta, Poggio Bustone y Greccio. Cada uno de ellos evoca acontecimientos importantes de la vida de Francisco, algunos de los cuales son de primer orden en su proceso espiritual y en la evolución de la Fraternidad. En cada uno de ellos encontraremos un mensaje para nuestra vocación específica. Conviene observar que estos lugares no nos brindarán grandes tesoros de arquitectura o de arte. Se puede decir que en general son sencillos y pobres. En ellos y a su alrededor se respira un aire de humildad y de silencio no contaminado aún por el turismo masivo, lo cual permite, a quien lo busca, descubrir el mensaje que se esconde detrás de la naturaleza y de las cosas simples. I.- RIETI Historia Rieti fue la capital de los pueblos sabinos que habitaban en sus alrededores y desde entonces era conocida como «Reate». Hacia el año 290 antes de Cristo, fue incorporada al agro romano por Manio Curio Dentato. Durante este período se hicieron importantes trabajos de canalización para secar los pantanos, de tal manera que adquirió una gran prosperidad agrícola y llegó a ser un importante municipio a partir del año 54 a.C. Después de las incursiones bárbaras, fue constituida en «Gastaldado» (distrito administrativo real) bajo el dominio de los lombardos. Los francos hicieron de ella más tarde la capital de un condado. En varias ocasiones durante los siglos IX y X sufrió el saqueo de los sarracenos. En 1149 fue vencida y semidestruida por Rogelio II el Normando, pero ocho años después fue reedificada gracias a la ayuda de los romanos. Desde el año 1198 fue una Comuna güelfa, con podestá propio. Varias veces fue sede de la corte pontificia, la cual en ocasiones hubo de buscar aquí refugio durante las revueltas populares de Roma. Se sabe, por ejemplo, que durante los primeros meses de 1225 el papa Honorio III habitó en Rieti; en 1234 el papa Gregorio IX recibió aquí al emperador Federico II y a su hijo Conrado y durante esa misma estadía canonizó a santo Domingo de Guzmán; el papa Nicolás IV coronó en Rieti a Carlos II de Anjou; el papa Bonifacio VIII se encontraba en Rieti en 1298 y cuentan que, mientras celebraba la Misa, sobrevino un fuerte temblor de tierra ante el cual el pontífice huyó lleno de temor hacia el campo, vestido todavía con los ornamentos sagrados. Cuando la curia papal pasó a Aviñón, Rieti fue tomada por el rey de Nápoles y por ese entonces se presentaron en la ciudad fuertes luchas entre güelfos y gibelinos. El cardenal Albornoz la recuperó para el papado en el año 1354 y estableció en ella una señoría. Después de una revuelta ciudadana en el año 1397, la ciudad quedó bajo el gobierno de un obispo y obtuvo un largo período de calma. En el año 1799 fue saqueada por los napolitanos. Entre 1816 y 1860 fue capital de provincia y a partir de este último año fue incorporada al reino unido de Italia, formando parte de la región de la Umbría, hasta el año 1923, cuando volvió a formar parte del Lazio. Rieti fue cuna de varios personajes famosos, entre los cuales los reatinos mencionan con orgullo al escritor y gobernante Terencio Varrón (161-27 a.C.) y a tres emperadores de la familia Flavia: Vespasiano (69-79), Tito (79-81) y Domiciano (81-96). Descripción A la manera de un inmenso estadio, el valle de Rieti está rodeado por los montes Sabinos y por los montes Reatinos, entre los cuales descuella el Terminillo, con una altura de 2218 m. El centro del valle está cruzado por dos pequeños ríos: el Velino y el Turano. En el extremo sur se encuentra la ciudad de Rieti, capital de provincia, centro comercial e industrial de creciente importancia. Dada su posición geográfica, es el «medium totius Italiae», como quien dice, «el punto central de Italia». Está a una altura de 406 metros. El paso del tiempo y, sobre todo, los fuertes temblores de tierra, han destruido casi todo el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Especialmente después del violento terremoto de 1898, muchos de sus antiguos edificios sufrieron una notoria modernización. Entre las edificaciones importantes que posee la ciudad merecen ser tenidas en cuenta: -- Las murallas del sector norte, bastante bien conservadas. Su construcción se comenzó a mediados del siglo XIII. -- La iglesia de San Agustín, del siglo XIII, con un portal románico del siglo XIV y varios frescos de la escuela de Siena. En el antiguo convento que está a su lado funciona actualmente la biblioteca y el archivo comunal. -- El teatro Flavio Vespasiano, de mediados del siglo XIX. En su cielo raso hay una alegoría del triunfo de Vespasiano y Tito, pintada por G. Rolland (1901), y en su telón de boca está representada la toma de Jerusalén, obra de A. Calcagnadoro (1908), pintor reatino. Desde el punto de vista franciscano, la ciudad tiene varios sitios de interés:
-- El palacio episcopal fue construido a fines del siglo XIII por un tal maestro Andrés en el mismo sitio donde se encontraba el que habitó Francisco durante algunos días. Posteriormente sufrió varias transformaciones. Obsérvese en la planta baja el interesante pórtico con su doble galería de pilastras que sostienen los arcos ojivales. Fue restaurado en el año 1927. En la parte superior se puede observar la tribuna o «loggia» papal. A un lado del edificio, sobre la calle, se encuentra el sugestivo Arco del Obispo, mandado construir por Bonifacio VIII. -- La casa de Teobaldo el Sarraceno se encuentra en la vía San Ruffo n.º 19. De ella no se conserva más que la fachada. Según la tradición, la pieza habitada por san Francisco daba a la ventana superior de la derecha, de estilo simple. Fue en esta habitación donde probablemente el santo escuchó la serenata angelical cuando estaba enfermo. La casa pertenece hoy a la familia Zaparelli. (Muy cerca está la placita de San Rufo, en donde se halla la inscripción que señala el «medium totius Italiae»). -- La casa de Ángel Tancredo, uno de los primeros compañeros de Francisco, fue transformada desde fines del siglo XIII en un convento de Clarisas. Se encuentra en la vía San Francesco n.º 4. Sólo se conserva una parte de ella, pero la estricta clausura impide su visita. -- La casa del maestro Nicolás, el médico que atendió a Francisco, es, según algunos, la que forma esquina entre la vía Garibaldi y la vía San Francesco. Al menos aquí debió estar la casa que, gracias a la intercesión del Santo, no se derrumbó. -- La iglesia de San Francisco fue comenzada a construir en 1245. Tiene una fachada románica simple y es de una sola nave. Detrás del altar mayor hay algunos frescos que representan la vida de san Francisco (comienzos del s. XIV). Fue construida junto al Oratorio di Santa Croce, que quedaba cerca de la puerta lateral. Este oratorio formaba parte de un hospital para enfermos pobres y para peregrinos, en el cual prestaron sus servicios Francisco y sus hermanos. Acontecimientos -- En el año 1225, probablemente durante la primavera, Francisco es trasladado a la ciudad de Rieti en busca de salud. La curia romana, que se encontraba allí por aquel entonces, le da una gran acogida (1 Cel 99). -- Durante algunos días es hospedado en el palacio del obispo; estando allí da el manto a una mujer enferma de los ojos (2 Cel 92; LP 89; EP 33). -- Hospedado en la casa de Teobaldo el Sarraceno, recibe como consuelo la serenata de un ángel (2 Cel 126; LM 5,11; LP 66). -- Estando en el palacio del obispo, cura al canónigo Gedeón (2 Cel 41; LM 11,5; LP 95). -- Mientras estaba en el palacio del obispo, uno de los hermanos, angustiado por una fuerte tentación, es curado de ella al recibir unos pedacitos de las uñas de Francisco (2 Cel 42). -- Consigue paño para su túnica a través de una donación (2 Cel 43; cf. 1 Cel 35). -- En la diócesis de Rieti cura a un niño hidrópico (LM 12,9c). -- En el eremitorio de san Eleuterio, cerca de Rieti, siente escrúpulos por usar una túnica forrada contra el frío (LP 111; EP 16). -- En la primera misión apostólica, Francisco y otro compañero fueron al valle de Rieti (Cf. Wadding, Annales I, 1209 XXIV p. 23; 1 Cel 3a). -- Cerca de Rieti, al ser trasladado a Siena, encuentra a las tres mujeres que lo saludan; su actitud ante el pobre (LM 6,7; 2 Cel 93). Actualización La mayoría de los datos que nos dan las fuentes sobre la estadía de Francisco en Rieti durante el año 1225, nos presentan a un hombre enfermo, limitado físicamente, el cual es hospedado en diversas casas de ricos, como un signo de la devoción que muchos sentían hacia él, aunque quizá no muy a gusto del Santo. Ya en esto encontramos una expresión de pobreza. La evocación del santo enfermo nos invita a reflexionar acerca de nuestro comportamiento frente a la enfermedad. En la Regla no bulada (10,3-4) nos dejó una preciosa lección sobre la manera de integrar la enfermedad del cuerpo y la vida de penitencia. La enfermedad nos pone de presente nuestra limitación y, en cierto sentido, nuestra pobreza, la cual se hace mucho más evidente frente a la actual mentalidad que sobrevalora la salud, la belleza, el bienestar... Por otra parte, las enseñanzas de Francisco invitan a revisar ciertos cuidados excesivos, enfermizos en sí mismos (hipocondría), que encuentran en los celibatarios un campo fértil y que los llevan a somatizaciones frecuentes y a exigencias gravosas para los otros hermanos de la fraternidad. II.- FONTE COLOMBO Historia del Santuario Hay quienes afirman que ya en el siglo VIII existía en este lugar una capilla dedicada a santa Cecilia. Lo que sí es cierto es que en ese sitio se edificó en el siglo XII una capilla en honor de santa María y que con este título era conocida todavía durante las primeras décadas del siglo XIII. Por estos años se hace mención también de una casita existente cerca de ella, conocida como «el eremitorio». Los orígenes franciscanos en Fonte Colombo se suelen explicar con hipótesis diversas: Para algunos, el eremitorio y la capilla pudieron haber pertenecido a los benedictinos de la gran abadía de Farfa, quienes se los cedieron a Francisco. Para otros, el monte fue donado a Francisco por una dama llamada Colombo, de la cual, según ellos, tomó nombre el lugar. Se agrega que Francisco lo bautizó con el nombre de «Fonte Colombo» («Fons Columbarum» fuente de las palomas) al descubrir una hermosa fuente de agua que brotaba de un peñasco, en la parte baja del monte. La presencia de Francisco y de los primeros hermanos en este lugar se suele hacer remontar al año 1217, pero hasta ahora no hay ningún documento antiguo que lo confirme. Se agrega que Francisco se preocupó personalmente de la reparación de la capillita, en la cual pintó con su propia mano una «tau». No se excluye esta posibilidad ni la de otras visitas del Santo a este lugar, pero de todas maneras hay dos fechas que son fácilmente confrontables con las fuentes: la temporada durante la cual escribió la Regla bulada, entre diciembre de 1222 y febrero de 1223, y la operación de los ojos, a finales de 1225 o comienzos de 1226. El eremitorio primitivo fue habitado por los hermanos hasta comienzos del siglo XV, cuando fue construida la iglesia y parte del actual convento en tiempos de san Bernardino, con sus características celdas estrechas. La consagración de la iglesia se llevó a cabo el 19 de julio de 1450 por el cardenal Nicolás de Cusa; fue dedicada a San Francisco. Tanto la iglesia como el convento sufrieron algunas transformaciones posteriores, pero en los últimos años se ha tratado de recuperar el estilo primitivo. En 1940 fue construido el nuevo pórtico de la iglesia para substituir uno del siglo pasado, el cual a su vez había reemplazado al del siglo XV. En el año 1947 se hicieron estudios de reconocimiento del antiguo eremitorio y se abrió el acceso a él desde el exterior así como el acceso al Sacro Speco. Descripción del Santuario El santuario de Fonte Colombo se encuentra a 547 metros sobre el nivel del mar, asentado sobre una colina rodeada de un espeso bosque. La edificación principal está formada por la iglesia y el convento. A su lado se encuentran la capillita de la Magdalena, la de san Miguel y el Sacro Speco. La iglesia está precedida por un pórtico, el cual constituye su máximo adorno exterior, junto con un sencillo tragaluz que tiene diseñada una cruz en la parte central. En la luneta de la puerta de entrada se halla un fresco bastante deteriorado por la humedad, que representa a la Virgen con el Niño y a sus lados san Francisco y san Luis. Su estilo es típico de la escuela umbra y probablemente fue hecho a finales del siglo XV. Su interior es de una sola nave. A la derecha hay una gran talla de madera que representa la escena de la redacción de la Regla. Se asegura que fue hecha con la madera del roble sobre el cual se le apareció Cristo a Francisco. Fue tallada por fray Juan de Pisa en 1645. En un pequeño nicho de la derecha hay un crucifijo y un san Francisco postrado a sus pies. Es una talla en madera, hecha en el siglo XVII. El nicho de la izquierda tiene una réplica de la Virgen del pueblo romano (s. XV). El coro, de estilo sencillo, fue hecho también en el siglo XVII. Los vitrales fueron diseñados por Duilio Cainbellotti y ejecutados por César Picchiarini en 1925. Representan, comenzando por la derecha: a) el ofrecimiento simbólico del monte hecho a Francisco; b) el regalo del manto de Francisco a la mujer de Machilone; c) la alegoría de Francisco legislador, quien tiene en la mano el texto de la Regla; d) la operación de los ojos con el cauterio; e) Francisco y los petirrojos; f) el pesebre de Greccio. El eremitorio primitivo está hoy bastante transformado. En el siglo XVII fue reducido en sus dimensiones para favorecer la ampliación del coro de la iglesia. Una puerta recientemente abierta (1938) da acceso a una salita donde se conservan algunos recuerdos. Por una escala (construida en 1950) se llega a las habitaciones superiores, en una de las cuales debió tener lugar la «ignipuntura» o cauterio de la sien con un hierro incandescente, a fin de desplazar el dolor y controlar la irritación de los ojos enfermos. El convento adyacente no es accesible a los visitantes. Capilla de san Miguel: se llega a ella bajando por una rampa empinada, a cuyo lado se encuentran las primeras seis estaciones del Vía crucis en cerámica, de moderna factura. Fue construida a comienzos del siglo XIV sobre la grieta de la roca que hoy constituye el Sacro Speco. Allí se observa un cuadro pintado sobre latón que representa la alegoría de Francisco recibiendo la Regla de Cristo. Un pequeño altorrelieve en cerámica, cerca de la puerta de entrada, representa a san Miguel, titular de la capilla. El Sacro Speco (o gruta sagrada): se encuentra al final de la escalera, pasando por un lado del raigón del roble, hoy debidamente protegido, sobre el cual hubo de tener lugar la aparición de Jesucristo cuando confirmó la Regla. El «sacro speco» es una hendidura en la roca de un metro de ancha por 7 metros de profundidad. Es el sitio que siempre ha sido venerado como el lugar donde fue redactada la Regla de 1223, durante una cuaresma de ayuno y de oración que hizo aquí Francisco. La fuente de las palomas: se llega a ella por un sendero que desciende a través de un precioso bosque centenario. A lo largo del sendero se encuentran algunas ermitas adornadas con cerámicas. La primera está dedicada a la Ascensión del Señor (s. XVIII, restaurada en el s. XIX), con escenas de la vida de san Francisco. La segunda está dedicada a san Antonio de Padua (del s. XVIII, restaurada en 1889) con episodios de la vida de san Antonio y de san Francisco. Cerca de la fuente de las palomas está la capilla de «la Regoletta» (s. XVII) con una representación de la Virgen entre san Francisco y san Bernardino y otras escenas de la vida de san Francisco. Acontecimientos franciscanos
Allí permanecieron varios días haciendo oración y reflexionando; durante los mismos redactaron un «borrador» de la Regla, mucho más breve que el que había sido presentado al Capítulo de 1221 (Regla no bulada). Este borrador debía ser presentado al Capítulo general de Pentecostés de ese año (11 de junio de 1223) y luego seguir todos los trámites de revisión por parte de la Curia romana antes de su aprobación, la cual se llevó a cabo el 29 de noviembre de 1223. La narración de la redacción de la Regla no es presentada por todas las fuentes del siglo XIII. La más antigua de ellas (2 Cel 209) no se refiere a la redacción propiamente dicha sino a una «visión», la cual tiene evidentemente un fin moralizante. Las otras narraciones reflejan una situación polémica no exenta de contradicciones y que, por tanto, conviene analizar seriamente. La ayuda que recibió Francisco de sus dos secretarios, los aportes del Capítulo y las intervenciones de la Curia romana no le restan a la Regla la inspiración fundamental de Francisco ni su autenticidad. La analogía de Fonte Colombo con el Sinaí, que aparece ya desde 1226, contribuyó a adornar el acontecimiento histórico con hechos dramáticos que facilitaran una «lectura alegórica» de lo que realmente ocurrió (LM 4,11; LP 17; EP 1; 2 Cel 209). -- Francisco regresa a Fonte Colombo en invierno (de 1223?) después de las persecuciones diabólicas que sufrió cuando estaba hospedado en la casa del Cardenal Brancaleone de Roma (LP 117; EP 67). -- Un cirujano viene a Fonte Colombo y le aplica el cauterio para aliviarlo de su enfermedad de los ojos. Actitud de Francisco ante el «hermano fuego»: «Hermano mío fuego, el Altísimo te ha creado dotado de maravilloso esplendor sobre las demás creaturas, vigoroso, hermoso y útil. Sé ahora benigno conmigo, sé cortés, porque hace mucho que te amo en el Señor...» (2 Cel 166; LM 5,9; LP 86; EP 115). -- El médico que visitaba todos los días a Francisco en el eremitorio de Fonte Colombo para curarle los ojos, fue convidado un día por el Santo a comer cuando los hermanos no tenían nada que darle, pero el Señor les proveyó de lo necesario y pudo compartir la pobreza de los frailes (2 Cel 44; LP 68; EP 110). -- El médico que atendía a Francisco en el eremitorio de Fonte Colombo acababa de construir una casa; pronto aparecieron grietas profundas y la construcción amenazaba ruina inminente; el médico pidió a los hermanos que le dieran algo que hubiera tocado con sus manos Francisco; le dieron un poco del cabelo del Santo, él lo colocó en las grietas, y al día siguiente habían desaparecido (LM 7,11). -- Morando Francisco en el eremitorio de Fonte Colombo, se había propagado en la provincia de Rieti una peste que arrasaba todo el ganado lanar y vacuno; un varón temeroso de Dios consiguió el agua con que el Santo se había lavado las llagas, roció con ella todos los animales enfermos, y quedaron curados (3 Cel 18; LM 13,6; Lm 6,6; LP 94). Actualización Entre todos los temas que sugiere la presencia de Francisco en Fonte Colombo, el más importante es el relacionado con la Regla. No en vano ha sido denominado «el santuario de la Regla». Es una buena ocasión para ubicarnos como franciscanos ante la Regla. Como franciscanos, no como intelectuales. El conocimiento y la correcta interpretación de la Regla son importantes, pero es hora de que nos ubiquemos ante la Regla con una actitud que podríamos calificar de «existencial». La Regla debe ser para nosotros la concretización más inmediata de las exigencias evangélicas del seguimiento de Jesucristo. En ella se encuentran los elementos clave que deben inspirar y orientar nuestra forma de vida: espíritu de oración y devoción, minoridad, fraternidad, trabajo, servicio, eclesialidad, vida de penitencia... En este sentido, es la norma de vida que guía nuestra forma de vida. Es fuente inspiracional y no código jurídico. III.- LA FLORESTA Historia del Santuario No se sabe con exactitud cuándo ni cómo fueron los orígenes de la Floresta como lugar de culto cristiano. A juzgar por los restos arqueológicos encontrados en el lugar, allí debió de existir un templo dedicado a alguna divinidad de los pueblos primitivos. Lo cierto es que en este lugar ya existía a comienzos del siglo XIII una iglesita dedicada al papa san Fabián, edificada en el siglo XI. A su lado había una habitación y un viñedo al servicio del capellán. Muy cerca había una casa, la cual sirvió como hospedería a Francisco y a sus compañeros durante varias semanas de la segunda mitad de 1225. Hay quienes aseguran que después de la muerte de Francisco, los hermanos menores se establecieron aquí y que en el año 1231 la iglesia fue consagrada por el papa Gregorio IX. Si esto es cierto, no debieron permanecer por largo tiempo (¿o degeneraron en un grupo de «Fraticelli»?) A fines del siglo XIII o comienzos del XIV, el lugar estaba habitado por un grupo de eremitas (¿Fraticelli o en conexión con ellos?). En un acta del 7 de septiembre de 1319 se atestigua la donación que hizo la señora Felipa, viuda de Lucarelli, de unos terrenos cercanos a La Floresta a los eremitas Nicolás de san Gemini y Juan Cordischi de Rieti. Durante ese tiempo se hicieron ampliaciones del eremitorio y fue también por ese entonces cuando la antigua casa cural fue transformada en iglesia dedicada a santa María. Los eremitas duraron allí hasta el año 1346, en que debieron salir, probablemente implicados en problemas de herejías. En ese año tanto el terreno como la iglesia y el convento pasaron a manos del obispo. A partir de 1346 habitaron en ese lugar los Clarenos, grupo religioso fundado por Ángel Clareno (Pedro de Fossombrone), dependientes del obispo, de quien recibieron el lugar. Allí permanecieron hasta el año 1568, cuando fueron incorporados a la Provincia romana de los Hermanos Menores. Durante este período fue ampliado el lugar y construido el convento como tal, con el claustro de arcos. Los Hermanos Menores recibieron este lugar de manos de Costanzo Bargellini, obispo de Rieti, en el año 1584. Con ellos el lugar sufrió grandes ampliaciones y transformaciones al estilo de la época. Después de la segunda guerra mundial se han hecho diversos trabajos de restauración, de mantenimiento y de embellecimiento. Ha habido un particular interés por devolver a ciertas partes del edificio su carácter primitivo, en la medida de lo posible, particularmente en las dos capillas. Desde el año 1972 este santuario está habitado por las Hermanas franciscanas misioneras del Corazón Inmaculado de María, quienes tienen aquí una casa de oración y atienden a los visitantes. Descripción del Santuario
A la izquierda, entrando, se halla un viñedo que nos recuerda el viñedo del capellán de San Fabián. A la derecha se puede observar un grupo escultórico que representa a Francisco con varios de sus compañeros, obra de L. Ferri. A la izquierda del camino de entrada, las 14 estaciones del Vía crucis en cerámica napolitana del siglo XVIII. Este Vía crucis fue inaugurado en 1735 por san Leonardo de Puerto Mauricio y pertenecía al convento de san Buenaventura de Frascati, de donde hubo de ser quitado en el año 1917. Está aquí desde 1950. En la plazoleta de entrada se observa el nicho de nuestra Señora de la uva, pintura en cerámica (1950). Representa a la Virgen con el Niño, quien le ofrece a Francisco un ramo de uvas. El portal de entrada, del siglo XVII, fue ampliado en el siglo XIX. La ventana que se halla a la derecha es la puerta original de la iglesita de San Fabián. El fresco de la derecha, del siglo XVI, pero retocado en el siglo XIX, representa el milagro de la multiplicación del vino. Hay tres ventanas adornadas con vitrales modernos, obra de María Letizia Giuliani. Representan, de izquierda a derecha: el hermano fuego, Francisco y las creaturas, la hermana agua. El sugestivo claustro interior (s. XV), con sus arcos sostenidos por columnas octogonales, encierra un pequeño jardín y enmarca los distintos sitios de interés, en especial el antiguo pozo. La iglesita de San Fabián está dominada por el ábside semicircular, en el cual se puede observar un fresco del siglo XV que representa la figura de Cristo Maestro, rodeado de santos: de izquierda a derecha, san Sebastián, san Fabián (siempre iban juntos en las letanías), san Juan Bautista y una mártir (quizá santa Bárbara, patrona de Rieti). En el arco aparecen representados san Luis de Tolosa, san Pablo y san Pedro; a la derecha, la Virgen. En la pared de la derecha hay una figura de santa Catalina y restos de los misterios gozosos del rosario. La piedra del altar, sostenida por dos columnas modernas, es la original. La iglesia de Santa María: sobre el altar se venera una imagen en cerámica, llamada por los fieles «la Virgen del pesebre». En las ventanas se pueden observar dos vitrales modernos, hechos por Letizia Giuliani, que representan dos escenas de la historia del lugar: los Clarenos construyendo el claustro y los eremitas, la señora Felipa con su hijo Jacobito y al fondo la fachada de esta iglesia. La Domus: se llega a ella saliendo de la iglesia y atravesando un espacio abierto, por donde pasaba el camino público antes de los eremitas. Era la casa del s. XIII donde vivieron Francisco y sus compañeros durante varias semanas. Donde está la baranda de madera había una pared que dividía el interior en dos cuartos. Aún se puede observar en una de las paredes los restos del hollín en el sitio donde funcionaba la cocina y, en el techo, el hueco por donde salía el humo. Obsérvese también el lagar reconstruido. La gruta de san Francisco: se encuentra debajo del hospicio y se llega a ella por las escalas que pasan debajo de un arco del siglo XVII. Es una cavidad natural de la roca, suficientemente espaciosa como para refugiarse allí a hacer oración, según solía hacer san Francisco. Sólo el techo de entrada es construcción posterior; el resto está formado por paredes de roca viva. Acontecimiento franciscano -- Durante la estadía de Francisco en la casa que estaba cerca de la iglesia de San Fabián, tuvo lugar el episodio de las uvas, minuciosamente contado por las fuentes: "A causa de la enfermedad de los ojos, Francisco vivió junto a la iglesia de San Fabián, situada en las cercanías de Rieti y servida por un sacerdote secular pobre. El Papa Honorio con otros cardenales residía entonces en la ciudad. Eran muchos los que iban casi todos los días a visitar al Santo. La iglesia tenía una pequeña viña junto a la casa donde descansaba el siervo de Dios, y fue casi del todo saqueada por los visitantes. El sacerdote estaba turbado y se lamentaba. Enterado de esto Francisco, le hizo llamar para decirle que pusiera su confianza en el Señor, quien le daría una cosecha no menor que la de otros años, como así fue". Esto ocurrió seguramente entre el verano y el otoño de 1225. Se sabe que la Curia pontificia residió en Rieti del 23 de junio de 1225 al 31 de enero de 1226 (LP 67; EP 104; Flor 19). Actualización El episodio de la viña de San Fabián nos presenta el contraste entre la gran preocupación del capellán por el riesgo en que se ponía su subsistencia a causa de la ruina de la cosecha y la gran confianza de Francisco en la Providencia divina. Sin caer en falsos providencialismos, este acontecimiento nos brinda la ocasión de revisar nuestro sentido de la pobreza, a veces tan claro a nivel de ideas, pero tan opaco cuando llegamos a situaciones concretas de escasez o de limitación.
IV.- POGGIO BUSTONE Historia del Santuario El terreno donde hoy se encuentra el santuario de Poggio Bustone pertenecía en el siglo XIII a la abadía de Farfa. Una tradición afirma que donde hoy se encuentra el santuario inferior, existía en ese entonces una ermita abandonada. Es muy probable que Francisco haya visitado por primera vez la aldea de Poggio Bustone durante su primer viaje misionero que hizo en compañía de fray Gil en el año 1209, pero fue quizás alrededor de 1217 cuando obtuvo de los benedictinos la ermita cercana. Ya desde el siglo XIII hubo presencia franciscana en este lugar. En efecto, a este período se remonta una primera construcción de una capilla y un eremitorio, del cual hoy se pueden observar en el claustro las columnas de un pequeño pórtico. A fines del siglo XIV fue ampliado este eremitorio en todo lo que hoy constituye el resto de la planta baja. A este mismo período se remonta la construcción de la iglesia. En el siglo XVII se le hicieron varias reformas al convento y se construyó el piso superior. Al parecer, este santuario estuvo deshabitado durante varios años (¿entre mediados del s. XIX y comienzos del s. XX?). Después de la segunda guerra mundial se han hecho importantes trabajos de restauración, se han ampliado algunas dependencias y se ha embellecido el lugar con frescos y vitrales, se construyó el templete de la paz y se acondicionó la plaza de acceso. Descripción del Santuario El pueblo de Poggio Bustone se halla enclavado en la ladera de una montaña, a unos 750 m. sobre el nivel del mar. Desde esa posición se obtiene un amplio panorama sobre el valle de Rieti. Por las calles más antiguas de este pueblo pasó Francisco saludando a todos sus habitantes con el famoso «buon giorno, buona gente». Muy cerca del centro del poblado hay una lápida sobre una pared, que dice: «Buon giorno, buona gente. Saluto rivolto da san Francesco entrando a Poggio Bustone nel 1209» (Buenas días, buena gente. Saludo dirigido por san Francisco cuando entraba a Poggio Bustone en 1209). La iglesia de San Juan Bautista, en el centro del pueblo, fue donde el santo predicó confesando su hipocresía. La primitiva iglesia fue destruida para construir la actual (siglo XV). Se sabe que ocupaba el espacio donde hoy está el transepto. El convento e iglesia de Santiago se encuentran aproximadamente a 1 km. del poblado de Poggio Bustone. Está a una altura aproximada de 800 m., en el sitio donde comienza a cerrarse la garganta que forman dos altas colinas. La iglesia, dedicada a Santiago el Mayor, tiene una estructura simple. Se llega a ella por un pórtico construido a mediados del siglo XX. Su interior es de una sola nave. La parte del coro está cubierta por una bóveda ojival. Las sillas del coro son del siglo XVII. En la pared de la derecha hay un pequeño cuadro que representa la sagrada Familia (ss. XIV-XV) y un fresco bastante deteriorado donde se puede observar el pueblo de Poggio Bustone protegido por san Francisco y san Antonio. En la pared de la izquierda hay dos bellos murales realizados por Bandeira de Mello, pintor brasileño, en el año 1963. Los dos vitrales son obra de Letizia Giuliani y representan el saludo del «Buon giorno» y el envío a predicar la paz. El claustro del convento es de una gran simplicidad. En él se pueden distinguir la parte construida en el siglo XIII y la del siglo XIV. En una de las paredes hay un fresco que representa a la Virgen con el Niño (s. XV) y en las lunetas está representada la vida de san Francisco (s. XVII). En el centro hay un antiguo pozo de piedra y a su lado una imagen estilizada de san Francisco, obra de Luciano y Franca Ronchi (1986). El eremitorio inferior se encuentra debajo del convento. Se llega a él descendiendo por las escalas cercanas al refectorio de la derecha y saliendo al pasadizo exterior. Está compuesto por dos pequeñas capillas: una rústica e irregular, adornada con una cruz de madera y dos pequeños vitrales. Uno representa la curación de un niño de Poggio Bustone, y el otro, la curación de un leproso en el s. XVII con el agua de la fuente de san Francisco. La otra capilla, más regular, con techo en forma de bóveda, tiene un vitral que representa a Francisco reconociendo ante el pueblo que ha sido un glotón (1958). Hay también una cerámica pintada que representa a Francisco en actitud orante, obra de Americo Lunghi (1935), y una imagen de san Francisco que reproduce la famosa cerámica de Andrea della Robbia. Algunos afirman que las dos capillas constituyen el resto de un eremitorio que habitó san Francisco, pero los sucesivos acondicionamientos que se le han hecho a este lugar no permiten ver ningún vestigio. El templete de la paz domina la explanada de la entrada desde un emplazamiento de piedra. Fue construido en el año 1980 según el diseño del arquitecto Carpiceci. Se llega a él por una rampa de piedra. En el centro del templete hay una imagen de san Francisco sonriente, obra de Lorenzo Ferri. Hay una inscripción que dice: «Tempietto della pace. San Francesco d'Assisi partendo da questo monte, nel inverno del 1209, chiamò a sè i suoi primi sette compagni e disse loro: Andate carissimi a due a due per diverse parti della terra, annunziando agli uomini la pace» (Templete de la paz. San Francisco de Asís, al partir de este monte en el invierno de 1209, llamó a sus siete primeros compañeros y les dijo: Id, carísimos, de dos en dos por las distintas partes de la tierra, anunciando a los hombres la paz). Al lado derecho de la iglesia, al comienzo del camino que conduce al santuario superior, hay un altorrelieve que representa a san Antonio con el Niño, obra de L. Ferri (1964). Un poco más adelante ha sido colocada recientemente una moderna escultura de bronce que simboliza el abrazo del Padre que asegura a Francisco que le han sido perdonados sus pecados. Es obra de Luciano Ronchi (1988). Se llega al santuario superior o Gruta de la revelación por un sendero empinado. A lo largo de este camino hay seis pequeñas ermitas de piedra, construidas en el siglo XVII y recientemente reconstruidas. El santuario está a una altura de 1019 m., recostado a una abrupta roca. Allí había inicialmente dos grutas, una de las cuales fue transformada en capilla durante dos momentos diferentes: la primera etapa fue hecha a comienzos del siglo XIV y consiste en la prolongación de la gruta; la segunda es la capilla como tal, agregada a la anterior en 1634. Allí hay un cuadro que representa a Francisco reposando y a uno de sus compañeros (fray Gil?) apoyado en su hombro. La inscripción dice: «In questo sacro speco per molti anni abitò il Padre san Francesco col Beato Egidio ed altri suoi compagni» (En esta sagrada gruta habitó el Padre san Francisco durante muchos años con el beato Gil y otros de sus compañeros). La otra gruta es más pequeña y en ella se ve una pintura que muestra a Francisco recibiendo un libro de manos de un ángel, con estas palabras: «Francisce, hic remissa sunt pecata tua, sicut postulasti» («Francisco, aquí te son perdonados tus pecados como lo pediste»). Acontecimientos franciscanos
-- Después de una cuaresma de Francisco en el eremitorio de Poggio Bustone, el santo predica al pueblo reunido (¿en la iglesia de san Juan Bautista?) y le confiesa que él no ha ayunado como la gente se lo imagina. La precisión cronológica que hacen los dos primeros textos: «alrededor de la Navidad» (2 Cel 131) y «la cuaresma de san Martín» (LP 81a), nos permiten deducir que este hecho ocurrió entre el 1 de noviembre y la Navidad (¿de 1221?) (2 Cel 131; LP 81a; EP 62a). -- Algunos afirman que fue en el eremitorio de Santiago donde fue aceptado a la Fraternidad Felipe Longo (1 Cel 29; LM 3,7). Actualización -- La hermosa leyenda que nos narra el saludo de Francisco a los habitantes de Poggio Bustone y que ha quedado consagrada en la costumbre popular de pregonar cada año el «Buon giorno, buona gente», nos brinda una buena ocasión para reflexionar sobre dos dimensiones de la paz, tema propuesto en el monumento del templete. En efecto, si es vocación específica de cada hermano menor «anunciar la paz a los hombres», este anuncio no se puede reducir a consignas o a determinados estereotipos institucionales. Más aún, para ser verdaderos «mensajeros de paz» es necesario ser previamente testigos de la paz. La primera dimensión nos exige ser hombres de paz y hombres en paz. El «buon giorno, buona gente» supone una bondad interior capaz de transmitirse, con poder de comunicar a través del porte y de la vida, una imagen atrayente de Dios. La segunda dimensión es complementaria de la primera y consiste en creer de verdad que la gente es buena. Si no existe un clima de confianza suficiente que nos lleve a creer en la bondad de los otros, todo esfuerzo o trabajo por la paz se queda sin fundamento. -- Con una gran delicadeza de conciencia, Francisco confiesa ante el pueblo que no ha ayunado, como tal vez algunos lo suponían. En su predicación él parte de la verdad sobre sí mismo. Esta enseñanza interpela nuestro oficio de predicadores, en el que muchas veces predicamos lo que no vivimos.
V.- GRECCIO Historia del Santuario La primera presencia de Francisco en la aldea de Greccio se suele colocar alrededor del año 1217. Por ese entonces el Santo moraba en la altura del monte san Francisco (como se llamó después), en el sitio donde hoy se observa una capillita construida en el año 1792. De allí descendía con frecuencia a predicar al pueblo. La presencia de los hermanos en el lugar del actual santuario debió darse poco tiempo después y su origen está ligado a una curiosa leyenda: Los habitantes de la aldea, entusiasmados por la predicación de Francisco, le pidieron que permaneciera con ellos. Juan Velita, un hombre rico y piadoso, decidió construir una morada fija en el poblado, para Francisco y sus compañeros. Dice la leyenda que éste no quería aceptar el ofrecimiento por temor a la disipación, pero que finalmente la aceptó con la condición de que el eremitorio fuera construido al menos a un tiro de piedra distante del pueblo. Pidieron a un niño que lanzara lo más lejos posible una antorcha encendida, que, para sorpresa de todos, fue a estrellarse contra un peñasco a dos o tres kilómetros de distancia. En ese sitio, entonces, excavaron algunas grutas y las acondicionaron para el alojamiento de los hermanos. Se presume que desde ese momento hubo presencia permanente de los frailes en este lugar. Fue aquí donde se llevó a cabo la memorable celebración de la Navidad en 1223, después de la cual probablemente Francisco permaneció morando en este lugar hasta la primavera de 1224. La construcción de la capillita de san Lucas se suele remontar al año 1228 para consagrar el sitio donde Francisco había celebrado la Navidad. En el año 1246 fue firmada en este eremitorio de Greccio la carta que acompaña los testimonios de los tres compañeros: León, Rufino y Ángel, y que ahora antecede a la Leyenda de los Tres Compañeros. Todo permite suponer que aquí no sólo se redactó la carta sino también los testimonios que habían de servir para la redacción de la segunda biografía de Celano. Hacia el año 1270 se remonta la construcción del pequeño claustro y de las otras dependencias, las cuales sufrieron reformas y ampliaciones con el correr del tiempo. Las más importantes de éstas se hicieron a mediados del siglo XX; entre ellas sobresale la nueva iglesia. Descripción del Santuario El santuario de Greccio se encuentra prácticamente pegado a una roca que cae casi perpendicularmente sobre el abismo. Ha sido necesaria la construcción de grandes contrafuertes para su seguridad. Está a una altura de 638 m. El refectorio, que había sido destruido en el siglo XIX para ampliar una capilla, fue reconstruido en 1955 con las mesas y el lavaplatos. Aquí pudo haber tenido lugar la famosa reprimenda que dio Francisco a sus hermanos cuando entró a pedir limosna vestido como un peregrino mientras ellos almorzaban suntuosamente. Al lado izquierdo se puede observar la llamada «cantina», un pequeño repostero empotrado en la roca. El dormitorio de los hermanos forma parte del estrato más primitivo de este lugar. Es un reducido espacio de 7 m. de largo por 1,50 a 2 m. de ancho. En este espacio tan estrecho, cada uno de los hermanos disponía de un lugarcito marcado con una cruz para descansar. En el fondo de este dormitorio se puede observar la llamada Celda de san Francisco, otro espacio estrecho y austero excavado en la roca viva. La Capillita y coro de san Buenaventura se encuentra en el piso superior. A pesar de sus reducidas dimensiones, está dividida en dos partes, una de las cuales sirvió de coro a los hermanos durante muchos años. Nótese la simplicidad de las sillas y del atril con su original sistema de iluminación. Allí se conserva un crucifijo en madera de comienzos del siglo XIV; un Descendimiento, pintura sobre madera del siglo XV; una Virgen con el Niño, pintada sobre madera en forma de circunferencia por Biaggio D'Antonio; una reproducción de la aparición del ángel a san Francisco; en la bóveda, una representación de fray Juan de Parma. El oratorio de san Francisco (o Capilla nueva), a la izquierda del coro, está presidida por el cuadro que representa a san Francisco secándose los ojos con un pañuelo. Hay quienes afirman que es el retrato más antiguo del santo, mandado hacer por su amiga Jacoba de Settesoli. Por desgracia es una hipótesis difícil de comprobar. El cuadro está hecho sobre un lienzo pegado a la tabla, y esta técnica se comenzó a emplear después del siglo XV. Queda latente la hipótesis de que sea la copia fiel de otro cuadro más primitivo. De todas maneras, este cuadro tiene un particular atractivo, aun con su diseño erróneo, quizá por su mismo aire primitivista. El dormitorio de san Buenaventura, llamado así porque corresponde a las ampliaciones hechas durante el generalato del santo doctor, consiste en un corredor con celdas de madera a ambos lados, en las cuales se hospedaron varios santos varones de la Orden, como el mismo san Buenaventura y san Bernardino de Siena. La gruta del beato Juan de Parma se encuentra al lado de una terraza desde la cual se observa un espléndido panorama. El lugar de la gruta está protegido por un techo. Desde allí se desciende a la gruta propiamente dicha: un espacio de 3 m. por 1,20, y 1,60 de altura. Juan de Parma, ministro general entre 1247 y 1257, fue acusado de apoyar algunas ideas joaquinistas y, como consecuencia, reducido al exilio en este lugar durante 32 años. Rehabilitado en 1289, fue enviado por el papa como nuncio apostólico a Constantinopla, pero murió en el camino (en Camerino) a la edad de 81 años. La celda de san Francisco se encuentra unos metros después de la gruta de Juan de Parma. Es una capillita construida por Clemente XI en 1712 sobre el sitio donde, según la tradición, el Santo se retiraba a hacer oración. Fue restaurada después de los daños que sufrió en el terremoto de 1948. La iglesia nueva fue construida alrededor del año 1960 sobre el lugar donde había sido construida una iglesia de pésimo gusto a comienzos de este siglo. Fue diseñada por el arquitecto Carpiceci. Está dedicada a la Inmaculada Concepción. La adornan varias cerámicas, una de las cuales representa la celebración de la Navidad en Greccio, obra de Venturi. En la parte de atrás se puede observar un artístico pesebre permanente tallado en madera y que representa varias escenas evangélicas relacionadas con la Navidad: los pastores, los magos, la muerte de los inocentes, la huida a Egipto; fue hecho bajo la dirección de Lorenzo Ferri. Entre los años 1988 y 1989 fue adornada con varios vitrales, obras del franciscano Alberto Farina. En la luneta, sobre la puerta posterior, está representado el pesebre de Greccio; sobre ella, el mayor de todos, evoca el perdón de Asís; a sus lados están las figuras de Juan Velita y Jacoba de Settesoli; en la parte central del mismo lado de la iglesia están representados el beato Juan de Parma, santa Clara y san Buenaventura; en la luneta de la puerta anterior está el pesebre de Belén y, sobre ella, los tres compañeros de Greccio: Ángel, Rufino y León. El cuadro tallado en madera, que representa con gran realismo una escena de san Francisco sirviendo a los leprosos, es obra del español J. Campanya (1926). En la parte alta del atrio hay un mosaico que representa a san Antonio y el milagro de la Eucaristía, ejecutado por L. Ferri en 1965. Acontecimientos franciscanos -- «Tres años antes de su gloriosa muerte», Francisco celebra en Greccio la Navidad de forma inusitada y con un gran fervor: prepara un pesebre al vivo (1 Cel 84-87; LM 10,7). Para mayor información sobre este acontecimiento puede visitarse la página que dedicamos a la Navidad de Greccio (1223). -- Francisco elogió a los habitantes de Greccio, en los que influyó grandemente la vida y predicación de los hermanos, y libró a los habitantes de aquella tierra de los lobos y del pedrisco, mientras cumplieron las condiciones señaladas por el Santo (LP 74). -- Estando Francisco en Greccio dio una lección de pobreza a los hermanos en la celebración de la Pascua (2 Cel 61; LM 7,9; LP 74; EP 20). -- Francisco padece varios tormentos a consecuencia de una almohada de plumas. Su penitencia en la forma de dormir (2 Cel 64; LM 5,2; LP 119; EP 98). -- Actitud fraterna para con unos hermanos que fueron a verle (2 Cel 44-45; LM 11,12; LP 73). -- Milagro de los lobos y el granizo (2 Cel 35-36; LM 8,11; Lm 5,5; LP 74). -- Una liebre cazada y liberada se refugia en los brazos de Francisco (1 Cel 60; LM 8,8; 3 Cel 29). -- Francisco devuelve un pez al agua en el lago de Rieti (1 Cel 61; 3 Cel 24). -- Episodio de la avecilla en las manos de Francisco cuando estaba en el lago de Rieti (2 Cel 167; 3 Cel 24). -- Francisco se encamina de Greccio a Perusa (2 Cel 37; cf. LP 75a). Actualización -- La celebración de la Navidad que Francisco hizo en Greccio no puede tomarse como un simple episodio de su vida y, menos aún, como el resultado de un trivial sentimentalismo. Tuvo lugar después de una fuerte tribulación interior de más de tres años, que lo llevó a padecer humillaciones y a percatarse de sus limitaciones. Esta experiencia de vida le hizo comprender mejor la Encarnación de Jesucristo. El pesebre de Greccio se enmarca dentro de la piedad cristológica de Francisco, en la cual «la humildad de la encarnación y la caridad de la pasión» (1 Cel 84) constituyen el tema primordial. El misterio del anonadamiento de Cristo que por amor asumió nuestra pequeñez y nuestra pobreza, lo llevaron a escoger el camino de la pobreza entre los humildes de este mundo. Esta opción de Francisco nos invita a revisar las motivaciones cristológicas de nuestra vocación y, sobre todo, las consecuencias concretas de la misma. Francisco conoció y vivió a Jesucristo; nosotros no podemos quedarnos en el conocimiento de Jesucristo. -- La forma como Francisco celebró la Navidad en Greccio manifiesta su capacidad de hacerse cercano a la gente, empleando sus signos y su lenguaje. Es una muestra de la creatividad de Francisco para integrar la religiosidad en la liturgia oficial. Los mejores momentos de la historia del franciscanismo se han caracterizado por esta capacidad de cercanía al pueblo. Este hecho puede interpelar a hermanos de hoy, para quienes la oración con el pueblo (y la personal?) se reduce a formas estereotipadas, muchas veces rutinarias, y a razonamientos fríos, carentes de expresividad y de vida. -- Varios de los textos relacionados con Greccio nos muestran a Francisco en contacto con las criaturas, protegiéndolas, dialogando con ellas. Episodios como éstos se repiten frecuentemente a lo largo de su vida, narrados por diversas fuentes. Aunque descontemos de estos relatos los aportes que hayan podido recibir de la mentalidad de la época y del género literario de quienes escribieron las leyendas, quedan una serie de constantes que indudablemente deben corresponder a la historia y que nos dicen que Francisco tuvo una relación especial con las criaturas irracionales. Quizá se puedan ensayar distintas explicaciones, pero el hecho es que Francisco tenía lo que bien podríamos llamar «una espiritualidad cósmica» originada en su sentido de la pobreza (no dominio de las criaturas), en su sentido de la fraternidad y en su concepción de Dios. De aquí pueden surgir varios cuestionamientos para nuestra espiritualidad franciscana de la creación, confundida en muchos casos con una simple sensibilidad estética.
[Fernando Uribe, O.F.M., Por los caminos de Francisco de Asís. Notas para el itinerario por los lugares franciscanos. Oñate (Guipúzcoa), Ed. Franciscana Aránzazu, 1990, pp. 151-175] |
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