DIRECTORIO FRANCISCANODocumentos Pontificios |
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1. Me resulta muy grato recibiros con ocasión del centésimo sexto Capítulo general de la Orden, reunido tanto para elegir el nuevo ministro general, como para examinar la situación de la Orden en las diversas partes del mundo donde el Señor os llama a trabajar, para infundir a vuestras actividades apostólicas un nuevo impulso de vitalidad en el próximo futuro y para revisar vuestra vida religiosa a la luz del carisma de fundación. Os agradezco vuestra visita y os saludo de corazón a todos y a cada uno en particular. Animándoos a caminar adelante con paso cada vez más expedito, os invito a mantener vivas las líneas básicas del ideal franciscano, en el seno de vuestras comunidades y en la Iglesia santa de Dios. 2. Vuestra presencia aquí, en la casa del Padre común, me recuerda la venida de san Francisco hace 773 años cuando, después de haber reunido a sus primeros discípulos, doce, como el número de los Apóstoles, y redactada la primera regla de vida, que tenía como base la pobreza absoluta y la caridad inagotable, quiso venir a Roma personalmente para presentarla a la aprobación de Inocencio III. La regla del «Poverello» está empapada de espíritu evangélico. Y ésta es la razón fundamental del atractivo irresistible que ha ejercido el santo de Asís a través de los siglos; ésta es la explicación de ese secreto que ha permitido al tronco inicial de los doce «Penitentes» expandirse pujantemente en la numerosa y múltiple familia franciscana, tan benemérita en la historia de la Iglesia para servicio del Pueblo de Dios. Vuestra Tercera Orden, partiendo de la inspiración carismática del Seráfico, se conecta directamente con él, sobre todo porque fue el mismo santo de Asís quien la promovió, con la finalidad de asegurar el necesario vigor a la observancia de la Tercera Regla. Ardor en la caridad, profundidad en la difícil virtud de la humildad, alegría en la pobreza. En otras palabras: imitación de Jesús, amor a los hermanos, desprendimiento de sí mismo, acción y contemplación. Estos son los principios genuinos de la espiritualidad seráfica, que dan como fruto la perfecta alegría. 3. La Sede Apostólica ha recordado repetidamente que las directrices referentes a la renovación de la vida religiosa querida por el Concilio Vaticano II se orientan prioritariamente a obtener una reforma de carácter interno. Sería inútil el esfuerzo de las instituciones religiosas en pro de una actualización de ojetivos y de metodologías, si no estuviese inspirado y acompañado por una profundización y un reforzamiento de la espiritualidad. Amadísimos padres: el mundo contemporáneo está sediento de la Buena Noticia. Si la proclamación del Jubileo extraordinario, promulgado para celebrar los 1950 años de la Redención, pretende estimular la generosidad de todo el Pueblo de Dios para un encuentro más personal y más vivo con su Salvador, mucho más cabe esperar en esta línea de parte de las almas consagradas. Es la premisa indispensable para la obra divina de la evangelización del mundo. De este modo la búsqueda incesante de las fuentes más auténticas de vuestra historia, el empeño por revivificarlas y revivirlas, en el espíritu del Evangelio, sobre el modelo del gran santo de Asís, constituyen un apoyo para el continuo desarrollo de la Iglesia de Dios. Con estos deseos os imparto a vosotros y a vuestra Orden la más amplia bendición apostólica. [Selecciones de Franciscanismo, vol. XII, núm. 35 (1983) 240-241] |
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